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Todo saldrá bien (a veces)

    Facilidad de lectura
    100%
    Facilidad de comprensión
    100%
    Aplicación práctica
    100%
    Valoración personal
    100%

    Año de publicación:  2022

    Número de páginas: 104

    Autor: René Merino

    Resumen:

    Una exposición inmejorable de cómo una persona puede pasar por un proceso de ansiedad-depresión, analizando todo el recorrido con una claridad, una verdad y una simpleza excepcional. Desde que el problema detona a cómo se incrementa, cómo se soporta, cómo te hunde, qué te puede ayudar y cómo se sale.

    Para mí, en esta novela gráfica todo roza la genialidad. Tanto la simpleza y comicidad del texto que con un toque de humor y un lenguaje claro y sencillo describe una complejidad sumamente profunda, como las ilustraciones o dibujos que no pueden ser más representativos, ocurrentes y con un estilo que personalmente me encanta.

    Ideal para:

    ¡¡Este libro debería leerse o trabajarse en todos los institutos!!

    En vez de clásicos tostones que a veces nos meten, este libro resultaría atractivo para muchos estudiantes, es muy fácil de leer y de comprender, ameno, divertido y, sobre todo, daría pie a tratar muchos temas esenciales.

    La adolescencia y la juventud son periodos muy complejos en los que hay una alta incidencia de ansiedad, depresión y conflictos internos de todo tipo. Este libro ayudaría a normalizar que todos podemos tener heridas sin victimizarnos por ello, a entender que la vida fluctúa y puede haber etapas duras, a eliminar prejuicios sobre la salud mental y, sobre todo, propiciar que podamos hablar de cómo nos sentimos, de cuáles son nuestros anhelos, nuestros miedos, nuestras emociones…, sin considerarlo un acto de vulnerabilidad.

    Además, cualquiera que haya pasado por algo similar empatizará con lo que describe René y, quizá también, quienes están inmersos en un momento difícil, puedan ver con más claridad qué herramientas tienen a su alcance.

    Temas tratados:

    Además de los síntomas que provoca la ansiedad y la descripción del proceso por el que transita el autor, se tratan diferentes problemas de la vida cotidiana: La falta de empleo, el consumo social de alcohol, el aislamiento, los miedos, los prejuicios ante la psiquiatría y la psicoterapia, la resistencia a pedir ayuda

    Algunas ideas y citas interesantes:

    Siguiendo con la recomendación de trabajarlo en los institutos, creo que puede abrir algunos temas muy interesantes como:

    • El mundo laboral. Cómo muchas veces tenemos que pasar por mil y un trabajos que no nos gustan, lo que se puede sufrir al no encontrar trabajo, la falta de conexión entre las expectativas y la realidad, los problemas que todo esto puede ocasionar en la vida personal, en la pareja…
    • Lo importante que es escuchar a nuestro cuerpo para detectar problemas antes de que nos colapsen. No duermo bien, me duele el estómago, me duele la cabeza, vivo en permanente estado de alarma, tensión muscular excesiva, inflamación, falta de energía constante…
    • La ansiedad no siempre aparece mientras atravesamos una situación adversa. Muchas veces atravesamos momentos complicados, pero, mientras cruzamos ese túnel, el cuerpo aguanta para sobrevivir. Tenemos la sensación de que podemos con ello pero sin saberlo, vamos acumulando basura y es al concluir ese momento adverso, cuando parece que hemos logrado atravesar el túnel, que viene el batacazo.
    • Lo que nos cuesta pedir ayuda. Dejamos que los monstruos engorden y engorden porque siempre creemos que podemos vencerlos hasta que, tocando fondo, asumimos que éramos más vulnerables de lo que creíamos.
    • Entender que cualquier persona puede caer en un estado de ansiedad o de depresión en un momento dado. La primera vez que comenté en un entorno laboral que había perdido algún año de universidad porque tuve depresión hubo un silencio extrañísimo, y eso que parte de las integrantes eran psicólogas. Cuando alguien habla sobre estos temas con naturalidad, se suele percibir un: “qué extraño si parecía normal, algún cable tendrá suelto, ya decía yo que era rarito…”.
    • ¿Ignorar los problemas o vivir lamentándose? Todos conocemos a personas que tienen una situación personal, familiar, laboral… bastante jodida y, sin embargo, siempre corren un tupido velo, prefieren echarse una caña entre risas y olvidar, pero así no se resuelve el problema. Tampoco digo que sea mejor vivir quejándose de todo lo que nos incomoda. Unos lo esconden bajo la alfombra dejando que el bicho engorde a placer sin nadie que lo remueva, otros lo alimentan directamente a cucharadas soperas.
    • Identificar los síntomas de la ansiedad o de un ataque de pánico para saber reconocerlo.
    • Entender que los pensamientos son los que en gran parte provocan y potencian las emociones, las sensaciones fisiológicas y los estados de ánimo.
    • El aislamiento. Como animales heridos, tendemos a encerrarnos y a distanciarnos de los demás cuando estamos mal. Ni somos buena compañía ni podemos disfrutar de lo que nos rodea por lo que cualquier interacción nos cuesta horrores y solo queremos que los días pasen y terminen. Sin embargo, sabemos lo importantes que son las relaciones para el ser humano y aislarse en exceso puede resultar muy contraproducente.
    • Lo mal que lo pueden pasar las personas que están a nuestro lado. Cuando estamos mal nos volvemos muy egocentristas, ponemos el foco en nosotros mismos y, a veces, quienes tenemos más cerca o sufren muchísimo o acaban abandonando.
    • La desesperación. Cuando el dolor interno es tan potente te anestesia, no tienes voluntad para nada, ni ilusión, ni alegría, ni pena, solo hay oscuridad. Ahí aparecen las ganas de no existir, de que ese dolor termine, no lo soportas más, deseas tener un botón del off, aunque realmente no tengas intención de quitarte la vida como tal.
    • Las pastillas. Un tema complejo; perjuicios, miedos, desconocimiento… Para mí, sin duda, son un pequeño foco para ver en la oscuridad y a partir de ahí empezar a moverte, a construir el camino. En definitiva, algo puntual para un momento puntual que se alargará más o menos en función de cómo te pongas las pilas para reconstruir tu manera de ver el mundo, de hablarte a ti mismo, de pensar, de actuar…
    • Es posible salir. Cuando llegas al sótano no hay más descenso, no es posible estar peor, así que si no te rindes seguro que das con algo que te permite ver el camino. En mi caso fue un libro, obviamente seguido de otras ayudas, entre ellas la de psiquiatras y psicólogos. Es importante no ser tan reticentes en este sentido. Lo único que te recomiendo (a título personal) es que si coincides con un profesional te hace creer que tienes un problema “de por vida”, que tú apenas tienes capacidad de maniobra (locus de control interno anulado) o que padeces algo que te dominará para siempre. HUYE.

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