Año de publicación: 2003
Número de páginas: 199
Autor: Marshall B. Rosenberg
Resumen:
El libro se centra en entender cómo las palabras configuran nuestra realidad. Tanto en la interacción con los demás, como en lo que nos decimos a nosotros mismos.
Las explicaciones se acompañan de ejemplos que resultan verdaderamente útiles para extrapolar la teoría a las situaciones que nos encontramos en la vida cotidiana.
Hace mucho que leí este libro por primera vez y creo que no basta con una lectura para integrar lo que transmite, sobre todo si eres una persona que cumples las características que describo en el apartado “ideal para”.
Es un libro que aporta muchas ideas útiles. Nos permite ser más conscientes de cómo nos comunicamos, contar con más herramientas a la hora de ser asertivos y saber tratar de un modo más eficiente a los demás, algo imprescindible en el ámbito de la educación, tanto familiar como escolar.
Ideal para:
Personas a las que les cuesta ser asertivas, expresar sus necesidades, entender que no siempre podemos agradar, decir que no cuando corresponde, respetarnos a nosotros mismos, darnos prioridad frente a los demás…
Si eres de esas personas que se empequeñecen en las conversaciones por no parecer vanidosas o por evitar que el otro se sienta inseguro o de las que sienten vergüenza cuando reciben un halago porque realmente no se creen merecedoras, este libro te puede interesar.
Temas tratados:
¿Cómo le hablamos a los demás y cómo nos hablamos a nosotros mismos?
Cómo identificar y expresar nuestras necesidades tras conectarlas con nuestros sentimientos.
La importancia de valorarnos, de no mendigar amor, reconocimiento, aceptación…
Y otros temas como: los juicios y valoraciones, la empatía, la confianza en uno mismo, la autocompasión, la vergüenza, la ira, el castigo, los condicionamientos…
Algunas ideas y citas interesantes:
- Cuando nos relacionamos deberíamos centrarnos en clarificar lo que observamos, sentimos y necesitamos, en lugar de dedicarnos a diagnosticar y a juzgar.
- Muchas veces no sabemos bien lo que queremos, pero atacamos al otro porque nos sentimos mal, creemos que son sus actos o su conducta lo que nos daña cuando el problema está en que no somos capaces de identificar y exponer con claridad nuestra necesidad.
- Los juicios que hacemos en los demás son expresiones de nuestras necesidades insatisfechas.
- Si alguien aspira sinceramente a ser desgraciado lo único que tiene que hacer es compararse con los demás.
- Es más beneficioso lograr que las personas cambien porque consideran que ese cambio les beneficia a que lo hagan para evitar un castigo.
- Mientras más moralistas somos juzgando a los demás, menos responsables y conscientes somos de nuestra propia identidad y responsabilidad.
- Observar sin evaluar constituye la forma suprema de la inteligencia humana.
- Cuando la otra persona tiene la sensación de que la estamos juzgando despierta su ego y se bloquea la comunicación. Por tanto, cuanto mayor sea el grado en que la gente perciba acusaciones o juicios en nuestras palabras más a la defensiva estará.
- Cuanto más directamente conectamos nuestros sentimientos con nuestras necesidades, más fácil será que los demás respondan a ellas de manera compasiva.
- No nos limitemos ha hacer algo, estemos verdaderamente presentes.
- La empatía consiste en una comprensión respetuosa de lo que están experimentando los demás y requiere escuchar con todo el ser.
- Es más difícil empatizar con aquellos que parecen tener más poder, status o recursos que nosotros pero mientras más empaticemos con ellos más seguros nos sentiremos.
- La vergüenza es una forma de odio y negación hacia nosotros mismos.
- No estamos destinados a sucumbir a los dictados del “debería” o del “tengo que” vengan de afuera o de adentro de uno mismo.
- Cada vez que juzgo a otro debería plantearme, ¿qué necesidad mía insatisfecha expresa este juicio moralista?
- Siempre que opte por algo debería tomar conciencia de la necesidad que satisface: dinero, aprobación, orgullo…
- No nos engañemos pensando que la vida consiste en hacer cosas por la recompensa o el reconocimiento.
- Si hacemos algo movidos por el estímulo de evitar la vergüenza acabaremos odiando lo que hacemos.
- El miedo a decepcionar nos hace sentirnos culpables por no satisfacer las expectativas de los demás y el precio que pagamos por ello es demasiado alto.
- Los cumplidos son juicios, aunque sean positivos. Es mucho más recomendable dar las gracias explicando por qué, que transmitir un elogio.
- No hay nada meritorio en el acto de encogerse en exceso para que los que estén a nuestro alrededor no se sientan inseguros.
- En la educación, siempre que recurrimos al castigo (fuerza punitiva) se deteriora la autoestima.
- Los condicionamientos culturales a veces nos impiden ver que otras formas de comportarse o que otras realidades son posibles.
- Es importante valorar y celebrar lo que vamos viviendo en vez de estar constantemente buscando mejoras.
- Siempre que nos enredamos en pensamientos llenos de crítica, culpabilización o rabia, tenemos dificultades para crear un ambiente sano en nuestro interior.
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